La siguiente historia me pasó hace seis meses.

Estaba sola en mi apartamento, era una residente relativamente nueva. Un miércoles normal, me alistaba en la mañana luego de salir en la ducha. Como mi apartamento queda en uno de los pisos más altos, no suelo cerrar las cortinas a la hora de vestirme. Salí en toalla dispuesta a vestirme, pero me asusté mucho al ver una persona en un andamio, que parecía estar haciendo limpieza de las ventanas. Sujeté mi toalla y me fui a mi habitación.

Estaba lista para ir a clase, esperaba el ascensor. Al abrirse vi que había una persona de mantenimiento con el mismo overol de la persona que vi en mi ventana. En ese momento no relacioné a ambos sujetos. El personaje esperó a que me subiera y muy ágilmente, oprimió todos los botones antes que se cerraran las puertas y salió del elevador.

Me pareció una broma de mal gusto, y mientras iba bajando, deteniéndome piso por piso, pensé en lo extraño que era la similitud de las personas, el de mi ventana y el de la “broma”. ¿Cómo era posible que el mismo trabajador estuviera en la fachada del edificio, en un piso tan alto y luego en la puerta del elevador?

Llegué a recepción y antes de salir pasé la sugerencia, enfocada en que a la hora de hacer la limpieza externa, avisaran, pues interrumpía la intimidad y que las bromas no le quedaban bien al personal que trabaja acá en el edificio.

La respuesta me dejó doblemente asustada. Me dijeron que el servicio de limpieza de ventanas desde la parte externa y de la fachada no se realiza y que no había a esa hora algún trabajador vestido con overol. 

Pasaron unos días y dos residentes me comentaron que vieron al mismo trabajador limpiando las ventanas y aunque fuimos a comentar nuestro caso en la parte administrativa, no hay un registro de cámaras que detecte a este extraño empleado. 

*La anterior historia es producto de la ficción y cualquier parecido de la realidad, es casualidad – ¿o no?